La formación de equipos de trabajo es importante para todas las empresas, pero lo es aún más para aquellas centradas en el desempeño conjunto. Si se acierta en la selección de sus miembros, los resultados quedarán patentes; si no, tanto los procesos como la continuidad del negocio pueden ponerse en riesgo.
Definición de roles:
Ningún integrante debe formar parte de un grupo sin que su presencia esté debidamente justificada. Por lo general, los roles se definen en función de los objetivos del grupo y de la empresa. Cada miembro debe cubrir una necesidad. Los principales roles dentro de un grupo suelen ser: el gestor, el líder, el creativo, el impulsor, el investigar y el evaluador.
Dinámicas:
Por dinámicas entendemos las relaciones que se entablan en su interior, como aquellas que están orientadas al manejo de los procesos de información, la evolución de las tareas o la supervisión de las mismas, entre otras cuestiones.
Vale la pena aclarar que todo grupo tiene sus propias dinámicas y que muchas de ellas sólo quedan patentes una vez se han puesto en marcha los proyectos. Los responsables también deben prestar atención a esto, pues a veces es mucho más efectivo que la propia teoría.
Estructura:
Lo primero es definir el tamaño y los límites del equipo. Sobre estos puntos se ha escrito mucho, pero la experiencia sigue demostrando que los grupos con un mínimo de 5 integrantes y un máximo de 10 son los más eficientes.
Cuando la conformación de equipos se basa en criterios claros, el desempeño de éstos es mucho más eficiente que cuando no es así.
Recordemos que cada miembro de un equipo debe asumir un rol que esté justificado dentro del mismo y que lo más importante es que todos vayan hacia un mismo objetivo.
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